Quería un trigal
para echarlo en mi zurrón,
unas palabras de oro
atadas a la soga de un poema,
deseos ardientes sobre la hierba
para hacerlos amor gigante
lejos de la muerte
pero sólo encontré
madera quemada
arbustos secos
despojos
hierro oxidado
rastrojos
piedras
flores abrasadas
vientos fríos
esqueletos
trastos
telarañas y moho
todo un silencio de dudas
para ayunar durante el invierno.
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