Me dispongo a llenar la mesa, hasta que gruña,
de frutas rojas, naranjas, melocotones,
cerezas, grosellas, manzanas, papayas,
habrá de los mejores sabores
dulces, agrios y amargos,
disponibles para darme un buen festín
sangría, cerveza, un buen jamón,
ensalada verde, roja, amarilla,
bien servida y aliñada
con mermelada agridulce
y la mejor vinagreta,
un guiso cocinado a fuego lento,
la guitarra, bien templada, presidirá esta orgía
de holgazanes
haciendo de mi casa una sala de conciertos:
¡Silencio! ¡Los manjares cantan jubilosos a coro!
con la apatía de una tortuga
-que no tiene a donde llegar-
y holgazana lentitud
saborearé uno a uno los colores
y los aromas servidos con calma,
en la sobremesa añadiré color al mantel:
un jardín, noble y delicado,
con piteras, tuneras, cactus, algunos rosales,
un joven drago, que crezca centenario,
y una pequeña cascada que
lo haga más sereno.
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