«¡Qué banales estos hombrecillos de la política, que, según ellos, actúan como filósofos!»

MARCO AURELIO (Meditaciones, IX, 29)

jueves, 8 de enero de 2015

miércoles, 7 de enero de 2015

LA CORRUPCIÓN (a la luz de la Roma Clásica)

Anselmo Carballo

Recurrir a los textos clásicos para comprender la naturaleza humana puede ser muy clarificador, como es el caso de la corrupción política. Así CAIO SALUSTIO CRISPO, en la «LA CONJURACIÓN DE CATILINA», dice:

En lo antiguo, los reyes (que éste fue el nombre que se dio en el mundo a los primeros que mandaron) ejercitaban ya el ánimo, ya el cuerpo, según el genio de cada uno; aún entonces pasaban los hombres la vida sin codicia; todos estaban contentos con su suerte. Pero después que Ciro en Asia, y en Grecia los lacedemonios y atenienses comenzaron a sojuzgar los pueblos y naciones, a guerrear por sólo el antojo del mando y a medir su gloria por la grandeza de su imperio, entonces mostró la experiencia y los sucesos que el nervio de la guerra es el ingenio. Y a la verdad, si los reyes y generales hiciesen tanto uso de él en tiempo de paz, como en la guerra, con más tenor e igualdad irían las cosas humanas, ni lo veríamos todo tan trocado y confundido, porque el mando fácilmente se conserva por las virtudes mismas con que al principio se alcanzó. Pero luego que ocupa el lugar del trabajo la desidia, y el capricho y soberbia el de la moderación y equidad, múdase juntamente con las costumbres la fortuna, y así pasa siempre el imperio del malo y no merecedor a los mejores y más dignos. La tierra, los mares y cuanto encierra el mundo está sujeto a la humana industria, pero con todo hay muchos que entregados a la gula y al sueño pasan su vida como peregrinando, sin enseñanza ni cultura, a los cuales, trocado el orden de la naturaleza, el cuerpo sirve sólo para el deleite, el alma les es de carga y embarazo. Para mí no es menos despreciable la vida de éstos que la muerte, porque ni de una ni de otra queda memoria, y me parece que sólo sirve y goza de la vida el que ocupado honestamente procura granjearse fama por medio de alguna hazaña ilustre o virtud excelente.
Pero como hay tantos caminos, la naturaleza guía a cada uno por el suyo.”
……..
“Yo, pues, en mis principios, siendo mozuelo, me trasladé, como otros muchos, del estudio a los negocios públicos, donde hallé mil cosas que me repugnaban, porque, en lugar de la modestia, de la frugalidad y desinterés, reinaban allí la desvergüenza, la profusión y la avaricia. Y aunque mi ánimo no acostumbrado a malas mañas rehusaba todo esto, mi tierna edad, cercada de tantos vicios, se dejó corromper y apoderar de la ambición, de suerte que, repugnándome las malas costumbres de los otros, no me atormentaba menos que a ellos la envidia y la ansia de adquirir honor y fama.”
…….

“Lucio Catilina fue de linaje ilustre y dotado de grandes fuerzas y talento, pero de inclinación mala y depravada. Desde mancebo fue amigo de pendencias, muertes, robos y discordias civiles, y en esto pasé su juventud. Sufría cuanto no es creíble el hambre, la falta de sueño, el frío y demás incomodidades del cuerpo; en cuanto al ánimo era osado, engañoso, vario, capaz de fingir y de disimular cualquiera cosa, codicioso de lo ajeno, pródigo de lo suyo, vehemente en sus pasiones, harto afluente en el decir, pero poco cuerdo. Su corazón vasto le llevaba siempre a cosas extraordinarias, desmedidas, increíbles. Desde la tiranía de Lucio Sila se había altamente encaprichado en apoderarse de la república, sin detenerse ni reparar en nada, con tal que consiguiese su intento. Inquietaban cada día más y más su ánimo feroz la pobreza y el remordimiento de su conciencia, males ambos que había él aumentado con las perversas artes que se dijeron antes. Brindábanle además de esto las costumbres estragadas de Roma, combatida a un mismo tiempo de dos grandes y entre sí opuestos vicios: el lujo y la avaricia. La cosa nos guía por sí misma (pues nos acuerda el tiempo las costumbres de Roma) a tomarla desde su principio y tratar brevemente de las leyes y gobierno de nuestros mayores en paz y en guerra; del modo con que administraron la república; cuánto la engrandecieron y cómo poco a poco degenerando, de muy frugal y virtuosa, ha venido a ser la más perversa y estragada.”

Y en «LA GUERRA DE JUGURTA»:

“Porque como la naturaleza humana es compuesta de cuerpo y alma, así todas nuestras cosas e inclinaciones siguen unas el cuerpo y otras el ánimo. La hermosura, pues, las grandes riquezas, las fuerzas del cuerpo y demás cosas de esta clase pasan brevemente; pero las esclarecidas obras del ingenio son tan inmortales como el alma. Asimismo, los bienes del cuerpo y de fortuna, como tuvieron principio, tienen su término; y cuanto nace y se aumenta llega con el tiempo a envejecer y muere; el ánimo es incorruptible, eterno, el que gobierna al género humano, el que lo mueve y lo abraza todo, sin estar sujeto a nadie.

Por esto es más de admirar la depravación de aquellos que, entregados a los placeres del cuerpo, pasan su vida entre los regalos y el ocio, dejando que el ingenio, que es la mejor y más noble porción de nuestra naturaleza, se entorpezca con la desidia y falta de cultura; y más habiendo, como hay, tantas y tan varias ocupaciones propias del ánimo, con las cuales se adquiere suma honra.

Pero entre éstas los magistrados y gobiernos, y en una palabra, todos los empleos de la república son en mi juicio en este tiempo muy poco apetecibles, porque ni para ellos se atiende al mérito, y los que destituidos de él los consiguen por medio de fraudes, no son por eso mejores ni viven más seguros. Por otra parte, el dominar un ciudadano a su patria y a los suyos y obligarles con la fuerza, aun cuando se llegue a conseguir y se corrijan los abusos, siempre es cosa dura y arriesgada, por traer consigo todas las mudanzas de gobierno muertes, destierros y otros desórdenes; y, por el contrario, empeñarse en ello vanamente y sin más fruto que malquitarse a costa de fatigas, es la mayor locura; si ya no es que haya quien, poseído de un infame y pernicioso capricho, quiera el mando para hacer un presente de su libertad y de su honor a cuatro poderosos.”